Eres mi padre, de eso no hay duda.
En las fotos de pequeña se veía el amor que teníamos,
pero últimamente las que sacamos, aunque luzcamos felices,
no lo somos en realidad, pues el enojo y rencor siempre lucirá más fuerte que la sonrisa.
Me has cuidado por 22 años y agradezco por ello, pero a veces tu cuidado es lo que deteriora la relación entre nosotros.
Estoy agradecida por todo lo que has hecho por mi, por aguantar en un trabajo que ya ni sé si lo disfrutas,
pero lo haces para poder darme el seguro médico que todos creen que merezco.
Sé que mi adolescencia estuvo llena de problemas míos, pero no me gustaba mi vida en ese momento.
Quería ser como todos los demás, sin tener que tener cuidado de mi cuerpo.
Ahora ya tengo 22 y se lo importante que es cuidarme, porque ahora temo por ti y por mi.
Me cuido por mi misma, porque se lo que significa la depresión y lo que es el hacerte daño a ti mismo interna y externamente, y ya no estoy para hacerme más daño a mi misma.
Te quiero, eres mi padre.
Pero, ¿Por qué siempre que nos acercamos levantas una pared entre nosotros?
Todos tenemos problemas, todos tenemos cosas encima de nosotros y a veces reventamos los unos a otros, pero tu nunca nos dices nada.
Te quejas del porqué acudimos a mamá, pero al menos mamá nos da el beneficio de la duda.
Ahora en la pandemia se que estas asustado por si alguno de nosotros contrae el virus.
Todos sabemos que no somos la familia más sana, y no hablo del peso, sino de todos los problemas que tenemos con nosotros mismos, y más ahora que tu nieta está con nosotros.
Queremos vivir la vida en familia.
Queremos disfrutar de los pequeños momentos.
Sé que tienes tus reglas, y nosotros tenemos las nuestras.
Pero no por quebrantar una por una mala acción o por olvidar sobre ella, quieras echarnos la culpa.
Sabemos que tienes miedo y que eres el que más anda leyendo información acerca del coronavirus,
pero nosotros también lo estamos, no somos pendejos. Y si bien no hablamos de ello todo el día, eso no quiere decir que no sabemos lo que está pasando.
Simplemente queremos tener un momento en el día en donde nos olvidemos de ello mientras pasamos el rato.
No tienes la mejor relación siempre con tus hijos, y cuando intentas acercarte lo haces para volver al inicio.
Hemos pasado por peleas, golpes y gritos y aun seguimos así.
No te puedo decir que has sido el padre del año, al igual no puedo decir que has sido un mal padre, sino que simplemente eres padre, un padre tratando de vivir su vida a su manera.
En mi parte te he perdonado muchas cosas, al igual que tu a mi, pero aun me siguen causando dolor tus palabras. En mi momento más difícil, dijiste que te avergonzabas de mí cuando llegué a casa, minutos antes que yo le hubiera dicho a la psicóloga que mis padres se avergonzaban de mí. Ella me convenció de que no sabía si era verdad porque nunca lo había preguntado.
Y lo que me recibió al llegar a casa fueron esas palabras saliendo de tu boca, dirigidas hacia mi.
Lloré y lloré, le pedí a quien fuera, amor por mi misma, porque en ese instante no tenía ninguno y tras escuchar esas palabras se quebró mi corazón.
Soy emocional, y usualmente soy la que más demuestra sus emociones en esta familia. Muchas veces me han dicho que no llore, pero ¿por qué no llorar? sí cuando no lloraba las lágrimas no derramadas se convertían en gotas de sangre que salían de mis muñecas.
Ahora no me disculparé por llorar y por sentir. Prefiero que sepan como estoy emocionalmente, a guardarme todo y no hacer nada al respecto.
No soy la persona más fuerte, porque todavía me falta poder dentro de mi, pero me gusta mi vida hasta ahora, y aún cuando tengamos peleas, mi yo de corazón de pollo no puede odiarte por siempre.
¿Por qué? no lo sé. Tal vez sea porque eres familia, y aunque ella te haga sufrir, siempre estará ahí para lo que sea, aún y cuando sea para regaños.
Espero y tengas satisfacción en tu vida, que sigas avanzando hacia adelante y no seas tan duro contigo mismo, al igual que con tus hijos.